HAMMURABI

Hammurabi, también conocido como Ammurapi, fue el sexto rey de la Primera Dinastía de Babilonia, gobernando entre 1792 y 1750 a.C. (según cronologías medias). Es célebre principalmente por su Código de Hammurabi, uno de los conjuntos de leyes más antiguos y completos que se conservan. Pero su vida y su reinado abarcaron mucho más que la promulgación de leyes; Hammurabi fue un estratega político, un líder militar y un hábil administrador que transformó Babilonia en un imperio.

Contexto histórico

Hammurabi nació en un período de fragmentación política y luchas por el poder en Mesopotamia, donde múltiples ciudades-estado competían por la supremacía. Babilonia, situada estratégicamente en el centro de esta región, era una ciudad menor en comparación con potencias como Isin, Larsa, Eshnunna y Mari. La región estaba plagada de rivalidades constantes, invasiones externas de los amorreos y desafíos por los recursos como el agua, vital para la agricultura en este paisaje árido.

Hammurabi ascendió al trono tras la muerte de su padre, Sin-Muballit, y heredó un reino que, aunque prometedor, no era la fuerza dominante de Mesopotamia. Su misión sería expandir y consolidar Babilonia, tarea que llevó a cabo con una combinación de astucia diplomática, habilidades militares y reformas internas.

Primeros años de reinado: consolidación interna

Hammurabi comenzó su reinado centrándose en fortalecer la administración interna de Babilonia. Reconstruyó templos, canales y murallas, lo que no solo mejoró la infraestructura de la ciudad, sino que también fomentó la lealtad entre sus súbditos. En una región donde las sequías y las inundaciones periódicas podían devastar los cultivos, la gestión del agua era crucial. Hammurabi supervisó personalmente la construcción y reparación de canales, garantizando la irrigación eficiente y la prosperidad agrícola.

Además, se presentó como un líder piadoso y justo, ganándose el favor de los sacerdotes y la población en general. Su énfasis en la justicia y el orden pronto se convertiría en un pilar fundamental de su gobierno.

Expansión y consolidación del poder

El verdadero genio de Hammurabi se manifestó en sus estrategias para expandir su reino. Al principio, adoptó un enfoque cauteloso, aliándose con otras ciudades-estado y evitando confrontaciones directas con potencias más fuertes. Sin embargo, a medida que consolidó su posición, comenzó a aprovechar las debilidades de sus vecinos.

Campañas contra Larsa

Larsa, una de las ciudades más ricas del sur de Mesopotamia, era un objetivo clave debido a su control sobre importantes rutas comerciales y recursos agrícolas. Hammurabi formó alianzas estratégicas con otras potencias regionales y lanzó una serie de campañas militares que culminaron en la derrota de Larsa. Este triunfo aseguró para Babilonia el acceso a las tierras fértiles del sur.

La derrota de Eshnunna y Mari

Después de asegurar el sur, Hammurabi dirigió su atención hacia el norte. Eshnunna, una ciudad-estado rica y poderosa, representaba una amenaza constante. Hammurabi utilizó una combinación de diplomacia y fuerza militar para subyugar a Eshnunna. Poco después, también sometió a Mari, otra ciudad clave que controlaba rutas comerciales vitales hacia Siria y Anatolia.

La caída de Asiria

Aunque Hammurabi no logró controlar completamente Asiria, su influencia se extendió hasta esta región, marcando el inicio de la hegemonía babilónica en Mesopotamia.

El Código de Hammurabi: pilar de su legado

El aspecto más icónico del reinado de Hammurabi es su famoso código de leyes, conocido como el Código de Hammurabi. Este código, compuesto por 282 leyes, fue grabado en una estela de diorita de más de dos metros de altura y colocado en el templo de Marduk en Babilonia.

El código no solo buscaba establecer leyes claras, sino también legitimar el gobierno de Hammurabi como un acto divino. En la introducción de la estela, Hammurabi afirma haber sido elegido por los dioses para «hacer prevalecer la justicia en la tierra, destruir al malvado y al opresor, y asegurar que los fuertes no opriman a los débiles».

Las leyes del código abarcan una amplia gama de aspectos de la vida cotidiana, incluyendo:

  1. Derecho civil: reglas sobre contratos, herencias, matrimonio y comercio.
  2. Derecho penal: castigos severos para delitos como el robo, el asesinato y la falsa acusación.
  3. Regulación económica: normas para el comercio, la agricultura y los salarios.
  4. Justicia social: disposiciones que buscaban proteger a los grupos vulnerables, como viudas y huérfanos.

El principio de «lex talionis» (ley del talión), resumido en la frase «ojo por ojo, diente por diente», es un aspecto destacado del código. Sin embargo, la severidad de los castigos variaba según la clase social del infractor y la víctima, lo que refleja las desigualdades inherentes a la sociedad mesopotámica.

Religión y propaganda

Hammurabi no solo fue un legislador y conquistador; también comprendió el poder de la religión como herramienta de legitimación. Durante su reinado, promovió el culto a Marduk, el dios patrono de Babilonia, elevándolo por encima de otras deidades mesopotámicas. Esto no solo fortaleció la identidad cultural de Babilonia, sino que también justificó su expansión como un mandato divino.

La estela del Código de Hammurabi incluye una representación de él recibiendo las leyes directamente del dios Shamash, el dios del sol y la justicia. Esta imagen subrayaba que su gobierno era respaldado por los dioses, consolidando su autoridad tanto espiritual como terrenal.

Últimos años y legado

Hacia el final de su reinado, Hammurabi había logrado unificar gran parte de Mesopotamia bajo su gobierno, creando el primer imperio babilónico. Sin embargo, como ocurre con muchos imperios, las tensiones internas y las amenazas externas comenzaron a surgir tras su muerte en 1750 a.C. Su hijo y sucesor, Samsu-Iluna, enfrentó revueltas y perdió gran parte del territorio que Hammurabi había conquistado.

A pesar de estos contratiempos, el legado de Hammurabi perduró. Su énfasis en la ley y el orden inspiró a generaciones futuras, y su código influyó en sistemas legales posteriores en Oriente Medio y más allá.

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